– Aggelina, ¿tienes algún tipo de formación y estás trabajando en la redefinición del paisaje urbano?

Aggelina – Mi formación está relacionada con las abejas. Empezó en 2011 por una simple curiosidad y terminó cuando obtuve mi primer diploma de apicultura en el Instituto de Ciencias Agrícolas (en Atenas), donde hice un curso intensivo. En ese momento, estaba estudiando psicología, pero este curso me impactó mucho. Lo que impresionó no fue solo cómo construyen sus sociedades, sino también cómo se comunican entre sí. Entonces, de estudiar psicología, decidí hacer un cambio y convertirme en un conductista animal. Fui a Escocia, donde estudié, investigué sobre las abejas en allí y después en, América y España, y también participé en algunos programas educativos en la Universidad del Egeo en Lesbos.

– ¿Cómo es que elegiste las abejas de todos los animales?

A. – Tuve un profesor que fue una gran inspiración para mí. Su amor por este insecto era tan grande y lo describió todo con tanta emoción que me hizo pensar que para que alguien sea tan apasionado por algo, debe haber alguna razón. Entonces, tras algunas lecciones sobre cómo las abejas se comunican entre sí, cómo toman decisiones dentro de la colmena y cómo informan a otras abejas donde hay comida, se me abrió un nuevo mundo sobre cómo viven estas criaturas sociales que no son humanos. Todo lo que ocurre en su comunidad tiene equilibrio, y la forma en que se comunican es muy clara. Cuando una de ellas quiere comunicar alguna información, el resto entiende lo que está pasando. La relación que las abejas tienen con los alimentos y los ecosistemas también es muy interesante. Son la base de esto último, y si las eliminamos de la ecuación, los ecosistemas se colapsarán. Y eso es lo que queremos mostrar a través del Bee Camp. La relación que todos tenemos como organismos. No somos seres que operamos independientemente, todos pertenecemos a un ecosistema.

– ¿Como empezó el Bee Camp?

A. – Empezó en enero de 2018 gracias a una subvención que recibimos del programa Start Create Cultural Change, que financia a particulares para implementar acciones e iniciativas en Grecia. Nuestro objetivo es acercar a los habitantes de la ciudad a la naturaleza y hacer que Atenas sea más hospitalaria para los polinizadores (abejas).

– ¿Cómo lo conseguís?

A. – Una de nuestras acciones es la creación de «albergues de abejas», que son refugios seguros para las abejas urbanas. Consisten en plantas de miel que florecen desde la primavera hasta el otoño, proveen alimento para las abejas, e incluyen «hoteles» para insectos, que son estructuras que pueden acomodar abejas solitarias, que operan esencialmente como hospitales de maternidad. Los diferentes tipos de abejas pueden encontrar los agujeros en las cañas y dejar un huevo junto con un poco de polen y cubrirlo como un capullo, ya sea con tierra o con hojas o pétalos. Luego, de la misma forma en que colocan otros huevos, se incubarán y la próxima primavera saldrán las abejas. Estas estructuras son absolutamente seguras para todos y no hay problemas de picaduras o alergias. Es por eso que ya los hemos colocado en las escuelas y todo el mundo puede ponerlos en sus balcones. Nuestro objetivo es crear un corredor de biodiversidad dentro de Atenas a través de estos albergues de abejas, mientras movilizamos a la comunidad. Actualmente tenemos 9-10 lugares de albergues instalados.

Anthi – También fabricamos bombas de semillas que consisten en arcilla, tierra y semillas de plantas de miel –flores silvestres, que son resistentes– que pueden arrojarse a espacios en Atenas que no son verdes, pero donde hay tierra. Con la lluvia se descomponen, las semillas permanecen y, por lo tanto, puede empezar el desarrollo de la nutrición de las abejas. Al mismo tiempo, implementamos programas educativos para niños de 4 a 12 años, en cooperación con la Organización Tierra. En nuestros talleres, también cubrimos diferentes aspectos de la vida de las abejas, a través del teatro, la música, la pintura y la creación de documentales y artesanías.

– ¿Cuál es el mensaje que queréis transmitir a través de vuestros talleres?

Anthi – Queremos informar a los niños que la razón de ser de una abeja no es la miel, sino su propia existencia. La abeja existe, como lo hacemos nosotros. Puedes llegar a conocerlas, aunque no sean iguales que tú. Además, todas las abejas no son iguales, como no lo somos los humanos. No somos todos iguales, ni necesitamos serlo. En todas partes hay diversidad y es mejor no intentar ajustar todo de acuerdo con nuestros propios estándares, porque más adelante, cuando no se ajustan (a nuestros propios estándares) los consideramos extraños y nos quejamos de que «pican».

A. – Además, no todas las abejas son amarillas y negras, ni todas viven socialmente. De las 20.000 especies de abejas presentes en el mundo, solo el 15% de ellas viven socialmente y solo 9 de estas son abejas melíferas. Hay muchas abejas, unas son azules, otras rojas, verdes, esponjosas, negras o pequeñas, otras no viven socialmente como pensamos, sino solas, bajo el suelo, en madrigueras o en troncos de árboles. Estas abejas tienen la misma importancia, quizás mayor, para el ecosistema, pero nadie habla de ellas. En los talleres, para no referirse a ellas con palabras como la gran biodiversidad, las llamamos abejas coloridas.

– En los últimos años, hemos oído mucho hablar sobre la desaparición de las abejas. ¿Por qué está pasando esto?

A. – Hay un fenómeno conocido como trastorno de colapso de colonias y se refiere a las abejas melíferas. Este fenómeno se informó por primera vez en 2006 y describe las grandes reducciones observadas en las poblaciones de abejas, un hecho que tiene grandes implicaciones ecológicas, pero también económicas. No hay una respuesta clara de por qué sucede, pero algunas de las razones son el uso inadecuado de pesticidas, la forma general en que cultivamos nuestros alimentos y el cambio climático. Del mismo modo, a medida que se expande la actividad humana, donde solían ser flores silvestres, allí hay cemento, por lo que algunos organismos pierden su hábitat. Por lo tanto, estamos tratando de crear el ambiente que naturalmente podría estar presente en las ciudades de hoy y que no existe. Todos podemos hacer cambios, en la medida de lo posible. Hay algo que puedo hacer por mi propia voluntad, sin esperar a que alguien me lo mande. Este es también el poder de la bomba de semillas en la ciudad.

– ¿Cual es vuestro siguiente paso?

A. – Queremos ver cómo y dónde exactamente se puede crear y poner en funcionamiento el corredor de biodiversidad en Atenas. Trabajamos con arquitectos paisajistas, biólogos y agrónomos que se ocupan de los ecosistemas urbanos, y procesamos diferentes ideas y alternativas.

– Gracias. Ha sido una conversación muy interesante.

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